El Futuro del Dinero Digital

El dinero ha transformado la sociedad, haciendo posible el comercio y el intercambio entre lugares geográficos muy dispersos. Permite, asimismo, transferir recursos y riqueza sin restricciones de tiempo y espacio. Sin embargo, durante gran parte de la historia de la humanidad, también ha sido objeto de rapacidad y depredación.

El dinero está hoy a punto de sufrir una transformación que podría reconfigurar la banca, las finanzas e incluso la estructura de la sociedad. En particular, la era del dinero físico, es decir el dinero en efectivo, está llegando a su fin, incluso en los países de ingreso medio y bajo. Comienza la era de las monedas digitales. También es inminente una nueva contienda entre las monedas oficiales y las privadas, tanto en el terreno nacional como internacional. La proliferación de tecnologías digitales que potencia esta transformación podría favorecer innovaciones útiles y ampliar el acceso a servicios financieros básicos. Pero se corre el riesgo de que las tecnologías intensifiquen la concentración del poder económico y permitan que las grandes empresas y los gobiernos se inmiscuyan aún más en nuestra vida privada y financiera.

Las instituciones financieras tradicionales, en especial los bancos comerciales, ven amenazados sus modelos comerciales, toda vez que las nuevas tecnologías permiten la creación de bancos en línea que pueden llegar a más clientes así como de plataformas web, como Prosper, que pueden conectar a ahorristas y prestatarios directamente. Estas instituciones y plataformas intensifican la competencia, promueven la innovación y reducen los costos. Hoy día, los ahorristas tienen acceso a un espectro más amplio de productos de ahorro, crédito y seguro, en tanto que los empresarios de pequeña escala son capaces de obtener financiamiento de fuentes que no sean los bancos, los cuales habitualmente aplican requisitos estrictos para la evaluación de préstamos y la constitución de garantías. Los pagos nacionales e internacionales son cada vez más baratos y ágiles, lo que beneficia a consumidores y empresas.

Preocupación por la estabilidad

En un comienzo, se esperaba que el surgimiento de las criptomonedas, como el bitcoin, revolucionara los pagos. Las criptomonedas no dependen del dinero en los bancos centrales o de intermediarios de confianza, tales como los bancos y las empresas de tarjetas de crédito, para realizar operaciones, lo que elimina las ineficiencias y los costos adicionales de estos intermediarios. Sin embargo, la volatilidad de sus precios y las limitaciones en cuanto a volúmenes de operaciones y plazos de procesamiento las vuelve ineficaces como medios de intercambio. Han surgido nuevas formas de criptomonedas, denominadas monedas estables, que cobraron impulso como medio de pago. Irónicamente, la estabilidad de estas monedas surge del respaldo que reciben de las reservas de dinero de bancos centrales y de los títulos públicos. La tecnología de cadena de bloque subyacente está provocando cambios de amplio alcance en el dinero y las finanzas que tendrán profundas repercusiones en hogares, empresas, inversionistas, bancos centrales y gobiernos. Al permitir la propiedad segura de objetos exclusivamente digitales, esta tecnología también está propiciando el surgimiento de nuevos activos digitales, tales como tókenes no fungibles.

Por su parte, a los bancos centrales les preocupan las consecuencias que tendría tanto para la estabilidad financiera como económica si los sistemas de pagos descentralizados (derivados del bitcoin) o las monedas estables privadas llegaran a desplazar tanto el efectivo como los sistemas de pago tradicionales gestionados por instituciones financieras reguladas. Una infraestructura de pago que esté totalmente en manos del sector privado podría ser eficiente y barata; sin embargo, partes de esa infraestructura podrían dejar de funcionar durante una crisis financiera que provocase una pérdida de confianza. Sin un sistema de pagos que funcione, una economía moderna quedaría paralizada.

En respuesta a estas preocupaciones, los bancos centrales están evaluando la emisión de formas digitales de dinero para pagos minoristas: las monedas digitales de bancos centrales (MDBC). Los motivos incluyen desde ampliar la inclusión financiera (al dar acceso rápido a un sistema de pago digital gratuito incluso a quienes carecen de una cuenta bancaria) hasta aumentar la eficiencia y la estabilidad de los sistemas de pagos con la creación de una opción pública de pago como salvaguardia (función que actualmente desempeña el efectivo).

Una MDBC podría tener otros beneficios. Obstaculizaría las actividades ilegales como venta de drogas, lavado de dinero y financiamiento del terrorismo que se apoyan en operaciones anónimas en efectivo. Aumentaría la formalización de la actividad económica informal, dificultando así la evasión de impuestos. Las pequeñas empresas se beneficiarían de los costos de transacción más bajos y evitarían las molestias y los riesgos de manipular efectivo.

Riesgo de retiros masivos

Una MDBC también tiene desventajas. Por un lado, plantea riesgos para el sistema bancario. Los bancos comerciales son fundamentales para crear y distribuir crédito que mantiene un funcionamiento correcto de las economías. ¿Qué sucedería si los hogares retiraran su dinero de las cuentas bancarias normales y lo colocaran en billeteras digitales de bancos centrales por considerar que son más seguras aunque no paguen intereses? Si los bancos comerciales se quedaran sin depósitos, un banco central se encontraría en la situación indeseable de tener que ocuparse de la distribución del crédito y decidir qué sectores y empresas merecen préstamos. Además, un sistema de pagos minoristas de bancos centrales podría incluso sofocar la innovación del sector privado que apunta a abaratar y agilizar los pagos digitales.

La eventual pérdida de privacidad es otro aspecto que genera igual preocupación. Aun con las protecciones destinadas a garantizar la confidencialidad, cualquier banco central querría mantener un registro verificable de operaciones que garanticen que su moneda digital se utiliza únicamente con fines lícitos. Así pues, una MDBC plantea el riesgo de acabar destruyendo todo vestigio de anonimato y privacidad en las operaciones comerciales. Una MDBC cuidadosamente diseñada, que saque provecho de las innovaciones técnicas en constante evolución, puede mitigar muchos de estos riesgos. Sin embargo, debido a todos sus beneficios, la posibilidad de que el efectivo termine siendo desplazado por una MDBC no debería tomarse a la ligera.

Las nuevas tecnologías podrían dificultar aún más las funciones clave de un banco central; esencialmente, el mandato de mantener el desempleo y la inflación en niveles bajos mediante la manipulación de las tasas de interés. Cuando un banco central como la Reserva Federal modifica su tasa de interés de referencia, esto repercute en las tasas de los depósitos y créditos en bancos comerciales de un modo razonablemente comprensible. Pero si la proliferación de las plataformas de préstamos digitales reduce la función de los bancos comerciales como intermediarios entre ahorristas y prestatarios, no queda claro si acaso este mecanismo de transmisión de política monetaria continuará funcionando, y en tal caso, cómo lo haría.

Competencia de monedas

Las funciones básicas del dinero emitido por bancos centrales están en la antesala de un cambio. Hace tan solo 100 años, las monedas privadas competían entre sí y con las monedas emitidas por los gobiernos, también conocidas como monedas fiduciarias. El surgimiento de los bancos centrales inclinó radicalmente la balanza a favor de las monedas fiduciarias, que sirven como unidad de cuenta, medio de intercambio y reserva de valor. La llegada de diversas formas de moneda digital y la tecnología en la que se apoyan han hecho posible separar estas funciones del dinero y han generado una competencia directa con la moneda fiduciaria en algunas dimensiones.

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